Con varias copias de uso
Milagros García KlibanskySiempre he sido muy conversadora, me gustaba contar a mi madre, en la mañana, lo que había soñado (y soñaba casi a diario), a pesar de que ella era una persona que no disfrutaba conversaciones matutinas. Si iba al cine, ella tenía que escuchar la película completa ¡y bien detallista que era yo!.
Mi madre era una persona muy ocurrente, un día cuando terminé mi remake de una película, fue hasta donde yo estaba y puso $1.00 en mi mano. Me quedé perpleja, no entendía -¿Por qué pones este peso en mi mano?- pregunté. Me has contado la película -respondió- Ya no necesito ir a verla, te pago lo que vale entrar al cine.