El poder de la resurrección

Dr. Roberto Miranda
(Audio: Español)

RESUMEN: El pasaje de Ezequiel 37 habla sobre la resurrección y tiene varias aplicaciones e interpretaciones. En primer lugar, tiene una aplicación histórica en la restauración del pueblo de Israel después de su exilio babilónico y su regreso a la tierra prometida. En segundo lugar, tiene una aplicación general para la iglesia de Jesucristo, que también puede ser vista como un Israel espiritual. La iglesia moderna, en muchos aspectos, está como un valle de huesos secos, muerta y sin poder, pero Dios nos ofrece la esperanza de ser restaurados y renovados por el Espíritu Santo. La resurrección de Jesucristo nos ofrece la victoria sobre la muerte, la promesa de nuestra propia resurrección y el poder para vivir una vida victoriosa en

La iglesia moderna está influenciada por la cultura y necesita una renovación en su entendimiento y santificación. La mayor parte del mundo no está interesada en lo que la iglesia tiene que decir, y la iglesia está sin poder en un mundo cada vez más corrupto. La única solución es una visitación del poder del Espíritu Santo en la iglesia. Dios quiere llevar a la iglesia a un nivel de desesperación y clamor por su gracia, y la iglesia debe aceptar que es como un valle de huesos secos que necesita la vida del Espíritu. Si la iglesia quiere tener un impacto en la ciudad y la comunidad que la rodea, necesita más manifestación del poder de Dios y menos declamación y sermones dominicales. Dios quiere usar la iglesia como una bomba explosiva para hacer cosas grandes en esta nación y ciudad.


El pastor habla sobre la importancia de buscar la presencia de Dios en nuestras vidas y clamar por su poder. Él dice que Dios quiere usar a la iglesia como una bomba explosiva para hacer grandes cosas en esta nación y en la ciudad de Boston. El pastor hace un llamado a entregar nuestras vidas al Señor y a prepararnos para recibir su dirección específica en nuestras vidas. También habla sobre la importancia de profetizar en el poder del Espíritu Santo y declarar la sanidad y liberación a los huesos secos en nuestras vidas. El pastor insta a la congregación a despojarse de cosas que nos alejan de Dios y a buscar su presencia con fervor.


El orador declara sanidad y el poder de Dios sobre la vida de las personas presentes. Invita a aquellos que quieran consagrarse a Dios y recibir su unción a venir al frente y clamar al Señor. Se ora por la comunidad y se pide un toque especial del Espíritu Santo para el pastor principal. Se finaliza con una canción y una oración de bendición.


Del libro de Ezequiel, capítulo 37, le aclaraba a los hermanos del servicio de la mañana que nunca he predicado sobre este pasaje. Lo he usado en referencias pero es un pasaje tan conocido y nunca lo había usado como punto de partida para una predicación.

Pero esta semana cuando le pedí al Señor algo nuevo, diferente a lo típico de Semana Santa y de Domingo de Resurrección, me vino a la mente este pasaje del Valle de los Huesos Secos, uno de los pasajes más interesantes y más gráficos de toda la Escritura.


Capítulo 37, Ezequiel, y el profeta Ezequiel dice; “La mano de Jehová vino sobre mí y me llevó en el espíritu de Jehová y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasra cerca de ellos por todo en derredor, y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo y por cierto, secos en gran manera.”


El no quiere que se pierda esa idea de que esos huesos estaban bien, bien secos. “Y me dijo, hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” Y yo dije, “Señor Jehová, tu lo sabes.” Me dijo entonces, “Profetiza sobre estos huesos y diles, huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos, he aquí yo hago entrar espíritu en vosotros y viviréis y pondré tendones sobre vosotros y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel y pondré en vosotros espíritu y viviréis y sabréis que yo soy Jehová.”


Profeticé pues, como me fue mandado y hubo un ruido mientras yo profetizaba. Y he aquí un temblor. Y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso y miré y he aquí tendones sobre ellos y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos, pero no había ne ellos espíritu. Y me dijo, “Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu, “así ha dicho Jehová el Señor, espíritu ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos y vivirán.”


Y profeticé como me había mandado y entró espíritu en ellos y vivieron y estuvieron sobre sus pies, un ejército grande en extremo. Y me dijo luego, “Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen, nuestros huesos se secaron y pereció nuestra esperanza y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza y diles, “Así ha dicho Jehová el Señor, he aquí, yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío y pondré mi espíritu en vosotros y viviréis y os haré reposar sobre vuestra tierra, y sabréis que yo, Jehová hablé y lo hice, dice Jehová.”


Bendiga el Señor su santa palabra. Qué hermosa lectura. Y yo creo, hermanos, que el Señor ha elegido esta Escritura en particular para nosotros en este domingo de resurrección. Y quería aclarar, como dije hace un momento, tan importante como es este texto y tan usado a través de los siglos por la iglesia, nunca le he dedicado un sermón específico al contenido de este texto.


Y ciertamente, en realidad titubeé un poco antes de escogerlo como base para mi meditación en un domingo como hoy, Domingo de Resurrección, porque parecería como que no se presta a lo que normalmente hacemos los Domingos de Resurrección. Leemos textos que son un poco más livianos quizás, hablan de la resurrección pero son más directamente concernientes a Cristo y su resurrección. Pero aquí tenemos un texto del Antiguo Testamento que es un poco extraño y gráfico inclusive.


Pero si miramos con atención al contenido de este pasaje, este texto sí habla sobre la resurrección. Y resurrección en el sentido más amplio de la palabra. Siempre debemos recordar que la resurrección de Jesucristo no es simplemente importante en sí misma, sino que también tiene implicaciones para nosotros. Quiero aclarar lo que quiero decir con esto. Es claro que la consecuencia primordial de la resurrección es que a través de ella, la resurrección de Jesús, Jesús venció a la muerte y a los poderes del infierno. No podemos perder ese hecho. La resurrección de Cristo es una estocada directamente a la muerte misma. El Señor resucitó y al resucitar le dio un golpe mortal a la muerte. Jesús mató a la muerte en la cruz del calvario.


Y al resucitar, quedó claro que la muerte había sido vencida. A través de su resurrección Jesús logró una especie de triunfo judicial sobre la muerte. Y no debemos olvidar eso siempre. Esa es la primera y la primordial significancia de la muerte. Por eso el Apóstol Pablo dice, “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado y el poder del pecado la ley, más gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Amén.


Esa es el gran significado de la resurrección. Pero la resurrección de Jesús también nos asegura que un día también nosotros resucitaremos. No es solamente el drama individual de Jesús derrotando la muerte, sino que hay una implicación secundaria también de que por medio de la muerte de Jesús nosotros también podemos aspirar a nuestra propia resurrección. Que por medio de la resurrección de Cristo, nosotros también podemos aspirar a la resurrección. Cuando morimos no morimos definitivamente sino que entramos a la presencia del Señor, dice la palabra.


Entonces la muerte de Cristo no es solamente una derrota de la muerte en sí, sino también que es una promesa de que nosotros vamos a resucitar también un día con Cristo Jesús. Es decir, que dos consecuencias, la muerte derrotada y nosotros aspiramos y entramos en nuestra propia resurrección.


Pero hay una tercera consecuencia también que no podemos olvidar de la resurrección. La resurrección de Cristo liberó un poder en la historia para nosotros vivir en victoria por medio de su resurrección para que podamos vivir una vida victoriosa.


Por eso Pablo habla de querer a Cristo y conocer el poder de su resurrección. Es como cuando el átomo fue liberado. En la Segunda Guerra Mundial, cuando hubo esa explosión atómica, lo que pasó allí es que la humanidad había descubierto la forma de liberar el poder que estaba encerrado en el átomo y de romper el átomo y permitir que esa energía saliera con todo el poderío destructivo que tenía el átomo. Estaba encerrado pero no había sido liberado.


Y así pasa con Cristo. Cuando el cuerpo de Cristo fue quebrado, roto, partido, de su vida y de su muerte fue liberado un poder contra todo lo que es la caída, el pecado, la tiniebla de este mundo. Y ahora el Señor Jesucristo a través de su resurrección, liberó poder para que nosotros podamos vivir esa vida victoriosa que vence toda la inercia del mundo, todo lo destructivo, todo lo oscuro, todo lo tenebroso.


Cristo libera poder para nosotros. Esa es la tercera consecuencia de la resurrección. Y por eso Pablo dice que él quiere conocer a Cristo y quiere conocer el poder de su resurrección. En otras palabras, él quiere vivir en ese poder. Yo quiero que tu sepas, mi hermano, cuando tu aceptas, mi hermana, cuando aceptas a Cristo como tu Señor y salvador, cuando decides vivir tu vida bajo la bandera de Cristo Jesús, hay un poder que desciende sobre tu vida, poder para vencer, poder para vivir una vida victoriosa, poder para sobrepasar tus limitaciones, poder para llegar a ser todo lo que Dios quiere que tu seas.


Y yo creo que muchas veces nosotros no vivimos en ese poder, en esa victoria porque no estamos usando el poder que Dios ha puesto en nuestras manos. El Apóstol Pablo dice en un pasaje, que él ora para que los efesios entiendan la herencia que han recibido, la grandeza del poder. Dice que es el mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos.


Es decir, que tu tienes ese poder en tu vida. Y tu vives en el poder de la resurrección, si quieres usar ese poder. Entonces, vemos que este pasaje de Ezequiel también habla acerca de la resurrección. Y yo quiero sacarle su significado. Porque este pasaje de Ezequiel 37 que acabamos de leer tiene varias aplicaciones y varias interpretaciones que tienen que ver precisamente con el poder de la resurrección y cómo es que quiere también llevarnos a otro nivel de efectividad y de poder en nuestras vidas.


Este pasaje de Ezequiel 37 tiene varias capas interpretativas, varios niveles. En el primer lugar, es un pasaje que tiene aplicación en el sentido estrictamente histórico. Es decir, este pasaje habla de la restauración del pueblo de Israel después de haber sido exiliado por Dios a causa de su pecado.


Ezequiel es un profeta del exilio. Y él fue apuntado por el Señor y asignado para hablarle a ese pueblo cautivo que estaba en Babilonia. El Señor exilió al pueblo hebreo. El Señor siempre castigaba a la nación hebrea por su pecado sacándolos de la tierra que Él les había prometido. La tierra era para los israelitas como la esencia misma de su identidad.


Y el Señor les había advertido, “Si ustedes siguen ofendiéndome, los voy a sacar de su tierra.” Y así fue, llegó un momento en que después de siglos de pecado y de paciencia de parte del Señor, Isarel fue exiliado y estuvo 70 años exiliado en Babilonia. Y parecería como que ya los hebreos mismos creían que ya no había esperanza para ellos. Y de hecho, el profeta Jeremías también le escribió a ese pueblo exiliado prometiéndoles que un día el Señor los traería a la tierra.


Es decir, que este pasaje nos muestra allí en ese valle de huesos secos, Ezequiel está escribiendo en ese momento a esa nación que está en el exilio y Dios les está diciendo, “Yo los voy a levantar. Ustedes ahora son un valle de huesos secos. Están muertos, pero yo voy a volver a darles vida. Yo los voy a devolver a su tierra.” Es decir, Israel es visto aquí como ese valle de huesos secos que Dios quiere devolver a la vida.


Ahora, es interesante que esta profecía, este pasaje de Ezequiel 37 se cumple dos veces en la historia. Una vez, cuando el pueblo de Israel fue regresado del exilio babilónico, pero una segunda vez, ¿cuántos saben? Se refiere al regreso de la nación judía en el siglo XX porque cuando el pueblo de Israel desechó a Jesús como mesías, lo crucificó, se acarreó el juicio divino una segunda vez, siglos después del primer exilio.


Y de nuevo, los hebreos se rebelaron esta vez contra el poderío de Roma, fueron derrotados y fueron exiliados. Y Roma declaró que el pueblo judío no podría volver a su tierra. Fueron expulsados de Jerusalén, fueron expulsados de la tierra, y por dos mil años prácticamente, el pueblo judío vagó por todas las naciones del mundo.


Ustedes saben del judío errante, esa expresión. Israel dejó de ser nación por dos mil años. Y el Señor volvió a llamar a su pueblo en el siglo XX y milagrosamente, Israel volvió a ser nación. En el año 1949 Israel fue otra vez declarado nación. Tuvieron que pelear por su identidad, pero increíblemente una nación que no había sido nación por 2000 años, había retenido su identidad y ahora Dios los llama de diferentes partes de la tierra y vuelven otra vez a ser una nación. Y los reúne en ese pedacito de tierra, muy pequeño en comparación con lo que era el imperio Davídico, Salomónico, Israel vuelve a ser una nación.


Y ese valle de huesos secos volvió otra vez a ser reunido por segunda vez en la historia. Es decir, que hay dos interpretaciones a este pasaje de Ezequiel 37 que tiene que ver con resurrección. La resurrección de una nación a través de la historia ensamblada por Dios.


Pero quiero añadirles otra posible explicación a este extraordinario pasaje. Hay también una aplicación general que tiene que ver con la iglesia universal, nosotros, la iglesia de Jesucristo, que es una especie de Israel espiritual. La iglesia de Cristo es una nación también espiritual, una extensión del pueblo hebreo.


Ahora, con esto no quiero decir que la iglesia haya reemplazado a Israel. Dios tiene propósitos muy específicos con su pueblo. Dios no ha terminado con Israel. Israel está con una especie de paréntesis histórico ahora mismo. Dios lo tiene allí en remojo, esperando un día en que ellos también van a ser tratados por Dios.


Ahora, estamos en el tiempo de los gentiles, nosotros, los no judíos, la iglesia gentil estamos en el control, en un sentido hablando del plan divino. Pero un día, Israel va a ser llamado otra vez. Ahora, nosotros en un sentido, las cosas que le aplican a Israel en el Antiguo Testamento nos aplican a nosotros, la iglesia de Jesucristo en el tiempo moderno.


Y en ese sentido yo creo que ustedes estarían de acuerdo conmigo en que gran parte de la iglesia de hoy es como ese valle de huesos secos que vio Ezequiel. Gran parte de la iglesia hoy también está muerta y sin poder. Hay que decirlo con dolor en nuestro corazón y sin ningún tipo de orgullo. La iglesia está dividida, está esparcida por todas partes, como los huesos secos en la visión de Ezequiel. Un hueso por acá, otro por allá, otro por allá, que ya ni se sabía qué hueso pertenecía a qué otro hueso y a qué cuerpo. Todo estaba separado y dividido.


La iglesia moderna, y Dios quiere que reconozcamos esto, hermano, y Dios quiere llevarnos a un punto de reconocimiento de nuestra pobreza espiritual actual, no para que nos deprimamos, no para que nos condenemos a nosotros mismos, sino para que lleguemos a un punto de desesperación tal que podamos volver otra vez a ser restaurados por el Espíritu Santo.


Dios quiere que reconozcamos que somos, hasta cierto punto, como un valle de huesos secos, pero hay esperanza para nosotros. La iglesia de hoy está llena de falsas doctrinas, de falsas prácticas. La iglesia, desgraciadamente, se ha vuelto, hasta cierto punto, mundana en muchos sectores. La iglesia ha sido profundamente afectada por la cultura en la cual nos encontramos.


En muchos sentidos la iglesia moderna es una proyección, más bien, de la cultura, a pesar de lo que dijo el Señor en Romanos, donde dice, “no os conforméis a este siglo, sino más bien transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.”


Pero la iglesia sí se ha conformado a este mundo, hasta cierto punto, y tenemos que reconocer que ese es un estado que debemos escapar. Hemos abandonado muchas de las doctrinas más básicas de la Biblia en este tiempo. Quizás nosotros que somos parte del pueblo latino, no entendemos hasta qué punto se ha alejado mucha de la iglesia en el mundo, la iglesia europea, la iglesia norteamericana.


Hay una parte del mundo, llamado Tercer Mundo, el mundo asiático, africano, latinoamericano, que en su gran mayoría todavía retienen la sana doctrina, pero aún allí estamos también mezclados con una cantidad de cosas. Así que no nos…. Amén, amén.


No nos enorgullezcamos demasiado. También nosotros necesitamos una renovación en muchas maneras. La iglesia moderna necesita una santificación, necesita un toque del Espíritu Santo. La iglesia en el mundo entero se encuentra sin poder, a medida que el mundo que nos rodea se vuelve más corrupto y más personas van al infierno sin conocer a Cristo como su Salvador.


Tenemos que reconocer que la voz de la iglesia, hasta cierto punto, en el mundo es muy tenue, que la mayor parte del mundo no está interesada muchas veces en lo que tenemos que decir. Cuando no nos están contradiciendo furiosamente, están simplemente como desinteresados, y no les interesa escuchar mucho lo que queremos decir.


En efecto, la iglesia moderna es como ese valle de huesos secos que contempló Ezequiel. Este texto deja claro que la situación en ese momento parece desesperante. Los huesos dice, “están realmente secos,” dice ese pasaje que “los huesos eran en gran manera secos,” lo cual significa que han estado tirados por mucho tiempo en ese valle, y que son la encarnación misma de la muerte y la sequedad.


Yo no sé cuántos han visto un hueso humano a veces en los sitios donde hay hospitales o morgues o cosas así. Un hueso seco es duro como un palo ¿verdad? Es una piedra prácticamente, se petrifica y así estaban esos huesos en ese valle, extremadamente secos.


Y el Señor le hace una pregunta retórica a Ezequiel, le pregunta, “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” Y evidentemente hay a nivel humano la respuesta es no, es imposible. Ezequiel entiende lo que le está diciendo el Señor y dice, “Señor, solo tu lo sabes, solo tu sabes si vivirán o no.”


Yo creo que a veces el Señor quiere llevarnos a un extremo, hermanos. A veces el Señor quiere llevarnos a un punto en que tengamos que reconocer que no tenemos lo que necesitamos. A veces Dios quiere llevarnos a un punto de humillación en que nosotros entendamos que no podemos efectuar lo que Dios necesita. Y yo creo que Dios está llevando a la iglesia a ese punto. Entendemos que este mundo ahora mismo solo puede ser cambiado por una visitación del poder de Dios en nuestras vidas.


Sabe que a veces Dios nos humilla para hacer brillar su gloria. A Pedro lo humilló hasta el punto de que ese hombre, convencido de su propia piedad y de su amor por Dios, traiciona al Señor. Y Pedro queda descalificado completamente, y el Señor le hace una pregunta similar a Pedro cuando resucita. Pedro está amargado, desesperado, humillado y piensa como que ya no hay restauración para él, y el Señor le pregunta, “Pedro, ¿me amas?” Y el Señor evidentemente, lo ha llevado a un punto en que ya Pedro no puede responder con la misma arrogancia con que antes, “Aunque todos te dejen, yo jamás te dejaré.” Y Pedro le dice al Señor, en su tercera vez que le pregunta, “Señor, solo tu sabes. Yo mismo ahora mismo no estoy seguro si te amo o no, la verdad, después de lo que yo he hecho.”


Sabe que Dios solo usa a los hombres y a las mujeres después que los humilla, después que los descalifica. Una y otra vez uno ve eso en las Escrituras, que Dios necesita gente descalificada, desesperada, que reconozca su pobreza. Yo creo que Dios nos ha querido llevar a ese punto en este tiempo de la historia, en que nosotros sabemos que hemos ofendido al Señor y que solo Él puede hacer el milagro, que este mundo necesita algo diferente y solo Él lo puede proveer.


Pienso en el pasaje de Gedeón, por ejemplo, donde los madianitas se levantan contra el pueblo de Israel – 330.000 creo que es, o algo así – cientos de miles de guerreros madianitas quieres destruir a Israel. Y Gedeón llamado por Dios a liberar la nación, solamente puede levantar un ejército de 30.000, 32.000 creo que fue, algo así, contrata 300.000 y pico. Y cuando Gedeón más o menos allí pensando, bueno, por lo menos tenemos una masa crítica que podemos usar, el Señor le dice, “Mira, Gedeón, son demasiados.” Todos los que se quieran ir para sus casas, todos los que tengan miedo, y quieran estar en su casa, que se vayan. Y se fueron y quedaron 3.000 creo que fue contra 300.000 y pico y Dios le dice, “Gedeón, todavía son demasiados.”


¿Por qué? Porque el Señor no comparte su gloria. El Señor le gusta que nosotros veamos que no podemos hacer lo que se necesita. Y por eso es que le dice al profeta Ezequiel, “Ve alrededor, mira y date cuenta que esos huesos están demasiado muerto y demasiado secos para que nada les dé vida, excepto Yo.”


Y yo creo, hermanos, que Dios quiere llevarnos a ese punto de desesperación. Y yo les quiero decir que yo he llegado a ese punto de desesperación yo mismo en mi propia vida, de que necesito ver la gloria de Dios caer sobre las naciones. Solamente una visitación poderosa de Dios puede hacer lo que esta nación necesita. El mundo se ha corrompido demasiado. Dios nos ha llevado al extremo de nuestras fuerzas. Y tenemos que llegar a un punto en que nos desesperemos con nosotros mismos y digamos, “Señor, solo tu puedes hacer el milagro que necesita esta cultura.” Dios quiere llevarnos al nivel de nuestra impotencia.


En el centro de este pasaje está esa idea de que lo único que puede darle vida a estos huesos secos es el poder del Espíritu Santo, una visitación. Y el Señor hace eso muy claro. El único que puede resucitar los huesos secos. Y yo voy a aplicar eso entre nosotros dentro de un momentito también. El único que puede ejercer el milagro que se necesita es el poder de Dios, la visitación del espíritu de Dios. Este es el mensaje central de este pasaje.


Hermanos, si la iglesia de Jesucristo ha de salir de su presente estado de muerte e impotencia, solo será posible por medio de una infusión del poder del Espíritu Santo en medio de nosotros. Dios quiere que clamemos y que busquemos su rostro para que Él pueda moverse como él quiere en este tiempo. Yo les digo, hermanos, que estoy claro en una cosa y es que nosotros estamos maduros ahora mismo para una visitación sin precedentes del poder del Espíritu Santo sobre la tierra.


Dios quiere revivir su creación. Yo personalmente no creo que todavía Dios quiere levantar a la iglesia de la tierra. Dios está esperando primero una gran cosecha de almas, una gran visitación del Espíritu Santo, un avivamiento mundial donde naciones enteras van a caer a los pies de Jesucristo. Y después vendrá la segunda venida, pero primero, dice la Biblia que Dios, Cristo viene a buscar una iglesia sin mancha y sin arruga. Y hermanos, lo que nosotros más tenemos es manchas y arrugas en este tiempo, y hasta algunas verrugas también. Así que necesitamos, primero, funcionar como Dios ha diseñado su iglesia. Yo no creo que el Señor viene a buscar una iglesia endeble y derrotada. Dios quiere buscar una iglesia poderosa. Dios quiere que nosotros demos la talla primeramente. Y por eso es que yo creo que hay una última visitación.


Después yo les quiero referir al pasaje de Joel, capítulo 2 donde dice que “en los últimos días Dios derramará su espíritu sobre su iglesia, los jóvenes verán visiones, los ancianos soñarán sueños, habrá grandes cosas.”


Y yo estoy agarrándome de que todavía Dios tiene un gran pentecostés, que es lo que la iglesia necesita para llevar a cabo el milagro de la conquista de las naciones. Y por eso mi gran agonía a veces, porque yo sé que esa visitación ninguno de nosotros la hemos visto. Hemos leído de cuando Dios cae de esa manera, pero yo siento que tenemos que clamar al Señor y no darnos por vencidos hasta que el Señor restaure ese poder en su iglesia, aunque sea por un momento, que la iglesia brille en el firmamento como Dios la ha diseñado para que haga. Tenemos que clamar al Señor. Tenemos que pedir que esos huesos secos sean revividos.


Hermanos, yo creo que ya la iglesia está cansada de sermones dominicales y heme aquí, predicando uno de esos sermones. Pero francamente, yo mismo a veces me aburro de mí mismo, para decirles la verdad. yo creo que necesitamos menos declamación y menos poemas y más espadas ejercidas en el poder del Espíritu Santo para traer vidas, derrotar poder del diablo. Necesitamos más manifestación, más señales, más prodigios, más sanidades, más imparticiones del espíritu, más llenura del Espíritu Santo, más convertidos al Señor, más consagración de nuestras vidas. La demostración efectiva del poder de Dios en el medio de la iglesia, eso es lo que necesitamos.


Más paralíticos que se levanten, más lunáticos convertidos a la racionalidad, hermanos, más sanidad de la opresión del diablo sobre la tierra, más adictos traídos al conocimiento de Cristo Jesús, más depresión huyendo de las almas, más ansiedad saliendo corriendo, aullando de las personas, más poder efectivo de Dios. Hermanos, eso es lo que necesitamos. Es bueno cuando venimos y saltamos y lloramos y se nos cae el moño. Bueno, está bien, pero queremos el poder de Dios. ¡Aleluya!


“Solo de oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven.” Queremos decir eso, hermanos. Yo quiero ver eso en medio de mi pueblo. Y tenemos que clamar y tenemos que aceptar el hecho de ahora mismo, comparado con lo que Dios quiere darnos, somos como un valle de huesos secos. Y eso no deshonra al Señor, eso no deshonra lo que él está haciendo, pero cuando uno sabe que hay mucho más, tenemos que estar sedientos. Dios quiere llevarnos a un nivel de desesperación, de clamor, de aceptación, de que necesitamos esa gracia de Dios en medio de nosotros.


Y yo lo que quiero es despertar en ustedes hambre, sed, como yo la siento y como la estoy sintiendo en este tiempo de mi vida. A mí me encanta lo que Dios está haciendo en León de Judá. El viernes tuvimos una gran celebración aquí en Viernes Santo. Qué lindo ver afroamericanos y latinos, blancos, adictos a drogas en restauración, gente sin hogar, jovencitos, niños, ancianos, adorando al Señor todos como una gran compañía. Gloria a Dios por eso. Eso me llena de gozo. Dios está haciendo cosas muy lindas en León de Judá.


Yo creo que estamos en un momento muy especial. Los miércoles hemos tenido visitaciones del poder de Dios. Y muchos hermanos están prendiéndose la luz y diciendo, “Voy a ir el miércoles.” Qué bueno verles a ustedes así. Cuando hay tantas iglesias, y lo digo Dios sabe, sin ningún tipo de orgullo, qué bueno es ver un pueblo, ahora mismo cuando hay por ahí intimaciones de que está volviendo el COVID, aquí estamos nosotros, desafiando el COVID. Gloria a Dios.


De paso les digo, mire, si usted quiere usar su mascarilla. Amén. Eso es bueno. Es necesario. Gloria a Dios. Si usted quiere usarla, úsela, si no la quiere usar también, hay libertad. Pero no deje de buscar el lugar de la adoración. Dios quiere un pueblo… si nosotros estamos siendo bendecidos, yo creo que es porque no nos dimos por vencidos hace dos años atrás. Seguimos adorando al Señor. Seguimos viniendo a la casa de Dios. Seguimos dando. Hemos honrado al Señor y Dios nos está honrando a nosotros también porque hemos desafiado, hasta cierto punto la cobardía. Yo sé que hay muchos hermanos que no, que tienen sus enfermedades, o tienen su edad y está bien. No queremos poner más carga sobre ustedes. Pero yo les digo, hermanos, que a Dios le encanta cuando un pueblo desafía el miedo y dice, “Yo me presentaré en la casa del Señor. Yo no le voy a dar a Dios un sacrificio que no me cueste nada. Yo le voy a dar el Señor mi cuerpo, mi alabanza, mi presencia. No dejaré de congregarme.” Eso honra y glorifica el nombre del Señor.


Dios quiere que paguemos un precio para Él poder visitarnos como Él quiere. Pero yo esoy convencido que aún dentro de todo lo que Dios está haciendo hasta aquí, estoy convencido de que si vamos a tener algún impacto en la ciudad de Boston, en la comunidad que nos rodea, yo creo que Dios tiene más todavía que eso para nosotros como iglesia. Dios quiere usar esta iglesia de inmigrantes humildes.


Y sepan siempre, hermanos, que el ministerio en inglés es una extensión de este ministerio latino. Algunos hermanos latinos se sienten un poquito como de recelo, quizás hace años atrás, y dijeron, “Bueno, nosotros que hemos dado tanto y ahora nos van a quitar y van a traer a estos gringos también aquí para que nos cojan el espacio.”


Hermanos, es un privilegio que una iglesia de inmigrantes así… generalmente los latinos somos un apéndice de las iglesias americanas. Aquí, Dios nos ha usado para traer otra generación de norteamericanos, afroamericanos, de otros países, y Dios está usando esta iglesia como una matriz para producir algo muy interesante que se está dando también en el ministerio en inglés. Y Dios quiere hacer algo totalmente poderoso. Dios quiere usar estas dos comunidades angloparlantes y latinas como una bomba explosiva que haga cosas grandes en esta nación y en esta ciudad de Boston también. No sé si yo lo veré pero yo sé que ustedes lo van a ver, algunos de ustedes que están acá también.


Así que es importante, hermanos, que nosotros continuemos presionando para que Dios haga esa obra. Las necesidades de esta ciudad de Boston son tan grandes, tan masivas, para nosotros pretender que podemos arreglarla con algo que no sea la tecnología del Espíritu Santo. Si realmente vamos a cambiar lo que se llama la Milla de la Metadona en lo que llamamos muchas veces la Milla Milagrosa, si vamos a cambiar a la Milla de la Metadona a la Milla del Milagro, vamos a necesitar el poder sobrenatural del Espíritu Santo. Cuando yo veo, hermanos, esa gente metiéndose una aguja en cualquier hoyito que pueden, en el cuello, en el estómago, no digamos en los brazos, desesperados por esa dosis de muerte, cuando los veo cruzando las calles como que están completamente alelados, sin darse cuenta de que hay carros cruzando. Cuando los veo tirados en el piso, danzando una danza macabra bajo los efectos de la droga, yo digo, “Ese es un valle de huesos secos, solo el poder de Dios, el Espíritu Santo puede romper eso.”


Yo anhelo el día en que de aquí salga tanta fuerza y tanto poder que acudan cientos y miles de esos adictos para recibir liberación por el poder del Espíritu Santo. Ese es mi anhelo y esa es la visión que yo tengo. Gloria a Dios que Dios está trayendo los domingos, hermanos, en el servicio de las 9 en particular, hay muchos de esa gente que está viniendo a la iglesia. Y Dios está haciendo algo muy lindo, pero eso se simplemente una gotita en un desierto. Hay muchos huesos secos que necesitan el poder del Espíritu Santo.


Y Dios quiere no solamente que prediquemos a los huesos secos, sino Dios quiere que profeticemos con el poder del Espíritu Santo. Hay una diferencia entre predicar y profetizar. Profetizar es cuando el Espíritu Santo te da una palabra “kairos”, una palabra “rema” para una persona y tu en el poder del Espíritu Santo declaras algo sobre sus vidas. Y nosotros necesitamos como Ezequiel una palabra vivificada de Dios que traiga esa sanidad, que le diga al cojo, “Levántate.” Que le diga al paralítico, “Ponte de tus pies y camina,” que le diga al mudo, “Sea suelta tu lengua y habla.” Que le diga al endemoniado, “Sé liberado en el nombre de Jesús.” Eso es profetizar. Eso es declarar el poder de Dios.


Y nosotros necesitamos ese poder en nuestra vida. Necesitamos ese poder como congregación, y eso significa que el milagro tiene que comenzar contigo y conmigo. Como Ezequiel, debemos encontrarnos ministrando bajo una dirección directa por el mandato de Dios, porque tengamos tal intimidad con Él que nuestras palabras reflejen su voluntad y estén fortalecidas por su espíritu.


Ezequiel tuvo esa bendición de escuchar de Dios diciéndole, “Haz esto, haz lo otro, profetiza, di esto, di lo otro.” Y yo creo que nosotros tenemos que pedirle al Señor, “Señor, danos esa intimidad contigo que nosotros también escuchemos.”


Muchas veces cuando yo, antes de dormir le pido, “Señor, dame revelación esta noche. Háblame en un sueño. Revela tu voluntad para mi vida y para mi ministerio.”


Uno de los versículos que me persigue en este tiempo es la palabra de un salmo. Dice, “Te haré entender y te diré el camino en que debes andar.” Y nosotros necesitamos que Dios nos dirija específicamente como congregación, que nos diga lo que Él quiere, que nos mande a tal lugar, que como Felipe nos tome y nos lleve al desierto donde está el eunuco y que nos dé una palabra para convertirlo, para que entonces vaya y evangelice su nación como hizo con Etiopía.


Necesitamos el poder, la dirección, la palabra específica de Dios en nuestras vidas. Tenemos que prepararnos. Tu tienes un llamado de Dios, joven, adulto, anciano, Dios quiere hacer algo en tu vida. Esta mañana vino un joven que no sé si está todavía por acá, y me dijo, “Pastor, yo estaba en mi casa, lo escuché predicar esta mañana y entonces, decidí venir al servicio.” Un joven latino. Y me habló un poco más, yo le dije, “Mira, eso es lo que Dios quiere. Dios quiere usarte a ti. Dios quiere llamarte a ti. Dios quiere usarte como una punta de lanza. Dios quiere activarte para que tu vayas y le prediques a otros y testifiques a otros.


Un joven afroamericano esta mañana también vino donde mí y me dijo algo parecido acerca de su vida. Una persona que ha estado batallando con la adicción a drogas. Uno lo mira y parecería que no tiene mucho futuro, como un hueso seco. Yo le decía, “Joven, Dios tiene algo para tu vida. Dios quiere tu seas un testigo de su poder restaurador. Créele al Señor y batalla por tu liberación. Dios quiere usarte grandemente. Dios quiere darte una nueva identidad. Dios quiere usarte para su gloria. Y Dios quiere usar a cada uno de nosotros que estamos aquí. Dios quiere usarnos como una compañía poderosa.


Y yo creo que parte del problema es que muchos de nosotros, nuestra autoestima está muy baja. Y nosotros no creemos que Dios me pueda usar a mí y a ti y por eso venimos a la iglesia, como gente de la cual no se espera mucho, pero si tu entendieras que tu eres como una bala que metida en el rifle divino puede hacer grandes cosas para el pueblo de Dios. Pero necesitas tomarte en serio. Necesitas clamar al Señor. Necesitas orar más, ayunar más, buscar más la presencia de Dios, confesar más, desvestirte de todas las cosas que te aquejan y que te aguantan en tu correr. Despojarte de todo peso, como dice, que te asedia. Todo lo que reduce.


Tómate en serio. Es un tiempo urgente. Es un tiempo clave en la historia de la humanidad. Yo creo que el Señor quiere hacer algo y que Él se está moviendo tras bastidores, montando un escenario increíble que un día se hablará acerca de lo que Él habrá hecho, y que tu estás metido en esa narrativa misteriosa y sublime de Dios y no lo sabes. Pero necesitas pagar el precio, necesitas meterte en búsqueda del Señor en tu vida.


Hermanos, tenemos que despojarnos de muchas cosas. Nosotros estamos demasiado cómodos en el siglo XXI. La verdad es que tenemos todo, tenemos nuestras computadoras, tenemos el televisor con 400 canales, tenemos el iPhone que nos entretiene en cualquier momento, tenemos la nevera, a pesar de todo lo que se dice de la inflación y todo eso, nuestras neveras están llenas de comida, hermanos. Tenemos nuestras lavadoras de platos, nuestras secadoras automáticas, nuestros carros con todos los botones habidos y por haber, y estamos hartos, estamos satisfechos. Estamos llenos, no necesitamos de Dios.


Dios quiere crear en nosotros hambre y sed. Que nos levantemos por la mañana para buscar su rostro temprano, que saquemos un tiempo aunque sea 4 horas del día, y decir, ¿sabe qué? Hoy yo no voy a comer hasta las 12:00 del día. Tómese un juguito por allí para aplacar un poquito los ruidos del estómago, y use ese tiempo para clamar al Señor. Que su oración sea una oración en efecto, en ayuno, búsqueda de Dios. Acuéstese un poquito más tarde y ore 10, 15 minutos más. Saque tiempo en el trabajo, busque la presencia de Dios. Confiese sus pecados. Libérese de muchas cosas. Pague el precio. Crucifíquese en el Señor y clame a Dios y Él nos va a visitar con su gran poder.


Estoy buscando aquí el pasaje de Santiago 4, donde Santiago dice, “Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros.”


Hermanos, cuando nosotros nos acercamos a Dios, Él se acerca a nosotros. Él lo ha prometido. “Buscadme y me hallaréis. Buscadme y viviréis.” Yo quiero hacer eso más y más. Y tu, yo quiero que tu quieras hacer lo mismo también.


Cuando León de Judá colectivamente entienda que Dios quiere darle vida a los huesos secos, que Dios quiere usarnos para algo maravilloso y que este es el tiempo, este es el momento de Dios. Sabe que no es solamente que nosotros clamemos a Él y toquemos a su puerta, sino también está en que sea el momento preciso que Dios quiere. Y a veces Dios se toma su tiempo para hacer ciertas cosas, ¿sabe?


A veces Dios pone en nuestro corazón un sentido de llamado y nosotros lo experimentamos pero entonces, Él está enamorándonos y esperando a que lleguemos al momento cúspide, a la desesperación y entonces Él actúa.


Dice la Biblia que los hebreos estuvieron clamando al Señor. Cuando vino ese faraón que no conocía a José y lo metió en esclavitud, los hebreos clamaron, “Señor, líbranos. Estamos bajo opresión. Estamos en esclavitud.” Y dice que un día el Señor escuchó su clamor. No quiere decir que no lo escuchara antes, pero ese era el momento preciso que Dios quería. Y yo siento, hermanos, que estamos muy cerca, si ya no estamos en él, de ese momento en que Dios quiere responder a nuestro clamor. Y Él dice, “no solamente responder sino que antes que ustedes clamen, yo estaré allí presente.”


Este es el momento, pueblo de Dios, y Dios quiere darle vida a esos huesos secos. Dios quiere que profeticemos a los huesos secos. Dios quiere que muramos a muchas cosas. Yo les digo, hermanos, que hasta que no reconozcamos nuestra pobreza espiritual, yo deseo en este día de Resurrección que nosotros entendamos que nosotros también necesitamos nuestra propia resurrección. Que el Señor quiere darnos vida y usarnos para dar vida.


Dios está fraguando un momento poderoso y Dios quiere que hagamos duelo por nuestra propia pobreza espiritual, nuestra falta de poder, nuestra tibieza, las impurezas dentro de nosotros que debilitan nuestra autoridad y nuestra capacidad de escuchar a Dios. Necesitamos clamar individualmente para que Dios descienda y derrame su poder, su espíritu, sobre nosotros. Tenemos que santificarnos, hermanos. Y a veces Dios nos lleva al punto de la desesperación para hacer esa obra en nuestras vidas.


Pueblo de Dios, tenemos que cultivar más el Espíritu Santo y eso es lo que yo creo que al centro de todo está. Dios nos está diciendo, “Pueblo mío, acércate a mí, y yo me acercaré a ti. Yo quiero visitarte con mi poder.” Y yo deseo, hermanos, que en estos próximos días, cuando nosotros regresemos a nuestros hogares, después que haya pasado todo el lío y todo el ruido de la Semana Santa, que nosotros creemos nuestras propias semanas santas. Que nosotros regresemos a nuestros hogares con el propósito de reconocer que Dios quiere algo conmigo. Dios quiere usarme. Y que tu comiences a clamar al Señor.


No dejes que nada te aparte de lo que Dios quiere para ti, para tu vida. No permitas que nadie te decepcione, te desanime, porque a Satanás le gusta cuando ve a alguien que está clamando al Señor, él quiere matar, robar y destruir y quiere destruir ese amor. No, sigue clamando al Señor. Yo quiero que muchos de ustedes me acompañen en esa búsqueda de una nueva identidad, una visitación del poder de Dios.


Quiero que bajes tu cabeza allí donde estás un momento. Que Dios te lleve a ese punto en que tu puedas decirle a los huesos secos, “Huesos secos, vivan en el poder del Espíritu Santo.” Hay mucho de lo cual tenemos que despojarnos, hermanos, hay muchos aquí que están quizás visitándonos hoy y necesitamos que tu entregues tu vida al Señor.


Lo primero que quiero hacer es un llamado así. Si Dios te está hablando, tu quieres pasar al frente y decir, “Señor, yo entrego mi vida a ti.” Quiero invitarte ahora a hacer eso. Pasa aquí adelante. O levanta tu mano, como tu quieras. Amen, amen, hermano, así lo vamos a hacer en el nombre de Jesús. Y si hay alguien más aquí, si Dios te está llamando esta tarde, yo quiero invitarte a entregar tu vida al Señor. Dios te necesita. Dios quiere hacer algo especial en tu vida. Si tu eres un joven, una joven, lleno de vida y de promesa, no es muy temprano para tu entregarte al Señor.


Si te has apartado de Dios y necesitas acercarte más al Señor, este es el momento, no temas, este es un lugar seguro. Estás en la familia de Cristo y Dios quiere tener intimidad contigo. Y si tu te acercas a Él, Él se acercará a ti. Hay que pagar un precio, hermano. Muchas veces nos sentimos como que no, yo no quiero revelar mi intimidad o mi privacidad. Y hay que pagar el precio, hay que atreverse.


Yo sé que hay otros esta tarde. Si Dios te ha traído aquí es porque Él tiene un propósito para tu vida. Hay un himno que dice, “Cuánto nos ama el Señor.” Tu no sabes cuánto Dios te ama y cuánto Dios valora tu vida. Si tu estás arriba y quieres bajar, no te preocupes, hay tiempo. Si tu trajiste a alguien esta tarde y vino contigo, invítalos. Si tu quieres que alguien te acompañe a pasar al frente porque te sientes más cómodo, hazlo también. Pero no detengamos el llamado de Dios en esta tarde.


Espíritu Santo, espíritu de Dios, Espíritu Santo, espíritu de Dios. Qué tiempo más bonito que hoy, domingo de Resurrección para tu quebrantarte delante del Señor y entregar tu vida a Él. Pasa adelante. Pasa adelante.


Yo creo que todavía hay familias enteras que pueden venir a los pies del Señor. Hay jóvenes, hay ancianos que esta tarde Dios los está llamando y es un momento maravilloso. Y quiero que algunos hermanos vengan y acompañen a estos jóvenes, estos hermanos y hermanas, esta familia, vengan por acá y apadrínelos en un sentido y cúbralos con su oración.


Young girls here, I’m so glad to see you guys. The younger kids around. That’s great. You know, God loves you. God is so in love with you, kids, so very special to Him.


El Señor está desesperado por hacer algo maravilloso en su pueblo. Este es un tiempo de amor en León de Judá, es un tiempo de entregar nuestras vidas al Señor. Jóvenes, no subestimen, quien sea, no subestime la importancia de este momento. Si alguien más, todavía hay tiempo. Y yo bendigo tu vida, bendigo tu vida. Si tu has pasado al frente en respuesta a ese llamado inicial, yo declaro que el Espíritu Santo cae sobre tu vida. Dios hace algo especial en ti. Dios te arranca la cobertura externa y te da una nueva identidad.


Yo declaro sanidad sobre tu mente, declaro sanidad sobre tu hogar, declaro el poder de Dios ayudándote en tus batallas. No te preocupes, el Señor es un Dios amoroso. Él no te golpeará cuando tu falles, Él te amará más, pero mantente agarrado de Él y deja que Él haga su obra. Yo declaro que este es un momento sagrado donde Dios hace cosas en ti. Manténgase usted en oración. Esto no es un espectáculo, sino que es un momento de intimidad con Dios.


I declare the power of the Holy Spirit in your life. I declare the anointing of God. I declare that yokes are broken in the name of Jesus.


Ataduras son quebrantadas en el nombre de Jesús. El poder de Dios cae sobre tu vida. Reprendemos toda obra del diablo, todo yugo del enemigo, todo reclamo falso de Satanás sobre tu vida. Lo declaramos vencido en el nombre de Jesús. Propósitos de Dios siendo liberados. Vida de Dios descendiendo. Y si hay otro que necesite venir acá, venga esta tarde. Dios quiere hacer algo en tu vida. Dios quiere sanar yugos. Dios quiere quebrar ataduras espirituales.


Y si tu quieres santificar tu vida, entregarte, este es un segundo llamado a aquellos que quieran más de Dios, ven acá y recibe… la unción del Señor está aquí en este momento. Dios está haciendo cosas. Si tu quieres venir, consagrar tu vida al Señor, pedirle que te haga uno de esas armas, instrumentos, quieres liberarte, quieres romper yugos, quieres santificar tu vida, pasa al frente también y busca de Dios en esta tarde.


Vamos a tomar tiempo para clamar al Señor. ¡Aleluya! Dios está aquí. Dios se está moviendo. Dios está haciendo cosas en nuestras vidas. El Señor te ama desesperadamente.


Pueblo de Dios, si tu quieres levantarte allí en tu asiento, y decir, “Señor, úsame. Señor, límpiame. Señor, santifícame. Señor, sana mi vida. Señor, ilumíname.” Dios te está llamando esta tarde.


León de Judá, este es un tiempo de consagración, este es un tiempo de clamar al Señor, este es un tiempo de decirle, “Padre, aquí estoy. Escógeme a mí. Envíame a mí. Llámame a mí. Úsame a mí.” ¡Aleluya! ¡Aleluya!


Oh, Dios, llévanos a donde tenemos que llegar, Señor, no estamos todavía donde debemos estar. En esta tarde confesamos que te necesitamos, Señor. Pasen por acá, aquí hay espacio. Vengan por acá. Hujieres, acompañen a nuestros hermanos. Miren, hay espacio por acá. Que se sientan libres. Si alguien más quiere venir, hay espacio de este lado, acá. Cualquiera que quiera venir hay tiempo. Mantente allí en el Señor.


Preséntate delante de Dios como un sacrificio vivo. Yo estoy ahí con ustedes. Nos estamos ofreciendo al Señor en el altar del sacrificio. Dios está trabajando en el alma de su pueblo. Nos está llamando. Padre, nos consagramos a ti. León de Judá se pone sobre la mesa del sacrificio. Lo que tu has comenzado, Señor, termínalo. La obra, Padre, que tu has iniciado, complétala.


Levantamos a León de Judá, Señor, levantamos a León de Judá delante de ti. Oh, Señor, si tu no nos visitas, nos quedaremos estériles. Adórnanos con tus dones. Adórnanos con el poder del Espíritu Santo en nuestra vida. Nos consagramos a ti, Señor. He aquí, esta comunidad que tu mismo has levantado, Señor, tu eres el dueño de ella. Tu has invertido tantas cosas en este pueblo, hay tantas cosas buenas, Señor, que nosotros podríamos poner a tu servicio, y queremos poner a tu servicio, Padre.


Sácale provecho a tu heredad, Señor, esta tarde. Sácale provecho a lo que tu mismo has creado en este lugar. Y no nos dejes como estamos. Necesitamos una visitación tuya. Yo bendigo este pueblo, Señor, bendigo esta familia espiritual. Sigue clamando al Señor. Tomemos unos minutos, hermanos, hay tiempo para cualquier cosa después que salgamos de aquí. Pero eso es lo que Dios quiere, que le demos prioridad, que le demos prioridad a sus atrios.


Vengan por acá, hermanos, hujieres, por acá. Guíenme a la gente, aquí hay espacio. Páselos en frente. Si usted puede darle espacio allí, eso es. Ayúdenlos. Guíenlos ustedes. Clama al Señor. Clama al Señor. Te necesitamos, Padre. ¡Aleluya! ¡Aleluya!


Si hay alguien más que necesite, hay tiempo. Hay tiempo. Clamamos a ti, Señor. Toca a tu pueblo, Padre. Recibe el toque del Espíritu Santo. Recibe el toque del Espíritu Santo. Di, “Señor, bautízame. Recibo tu espíritu. Recibo tu poder.” Recibe el fuego del Espíritu Santo. Declaro el bautismo, la llenura del Espíritu Santo en tu vida. Dios te toca. Dios infunde su poder. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Gracias.


Nos sumergimos en tus aguas, Señor. Nos sumergimos en tus aguas. Padre. Visita familias. Toca familias. Toca hombres y mujeres. Llénanos con el Espíritu Santo, Señor. Oh, Dios, queremos más. Queremos más de ti. Gracias, Espíritu Santo. Gracias Dios. Gracias Señor.


Hay que clamar al Señor. Hay que clamar al Señor. “Clama a mí y yo te responderé,” dice la palabra, “y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces.”


Gracias Señor. Te alabamos. Te bendecimos. Gracias, Jesús. Gracias, Señor. Amén, amén, amén. Gracias Dios. Mantén esa relación después que salgas de aquí. Paga el precio. Sigue buscando de Dios. Sigue buscando de Dios. Este es el comienzo. Este es el comienzo solamente. Una consagración total de tu vida es lo que Dios está buscando.


Quédate ahí y deja que el Señor trate contigo. Deja que el Señor te sature con su fuerza. Bendigo a este pueblo, Señor. Bendigo a tus hijas y tus hijos. Poder de Dios desciende. Poder de Dios. Poder de Dios. Poder de Dios desciende, visita a tu pueblo, visita a tu pueblo, Espíritu Santo. ¡Aleluya!


Gracias, Señor. Sí, Señor. Sí, Señor.


[Canción]

Hermanos, antes que terminemos, el Señor ha puesto un impulso en mí. Yo quiero pedirles, tomarme la libertad, la prerrogativa de pedirles que extiendan su mano hacia mí persona y oren por mí ahora, oren por mí, por favor. Dios quiere hacer cosas y yo, como su pastor principal, necesito un toque especial del Espíritu Santo. Bendíganme ustedes a mí ahora en este momento, hermano, por favor les pido humildemente. Oren por mí que necesito un toque de Dios. Oren.


Porque yo sé que lo que Dios quiere hacer necesita líderes tocados, impactados por el Señor. Necesito esa oración, esa intercesión de parte de ustedes. Humildemente la requiero.


Padre, por favor, Señor, haz tu obra. Haz tu obra, Señor. Necesito ese toque, Señor, de tu espíritu. Papo, ven por acá. Angel y Miriam, just pray for me.


Para gloria del Señor, yo me entrego, me consagro al Señor. Oren para que Dios haga la obra que tiene que hacer.


Padre, en estos momentos presentamos a tu siervo, pastor y líder, Dios Padre. Sabemos, Dios Padre, que tu vas a estar cubriendo y él pide, Dios Padre, que en estos momentos como congregación nos unamos para interceder por él, para orar por él, para que tu sigas descendiendo el poder de tu espíritu sobre su vida. Dios Padre, dale palabra, continua dándole palabras poderosas, palabras, Dios Padre, para que él también pueda ser edificado por lo que tu estás poniendo en su vida. Dios Padre, cuida de él, cada paso, cuida de él, Dios Padre, en cada lugar.


Espíritu Santo, en estos momentos, te pedimos Dios Padre, una unción, un poder, un poder, Padre, especial sobre tu siervo en estos momentos. Dios Padre, sabemos que tu presencia está con él. Dios, cuídale, protégelo, Dios. ¡Aleluya! El poder de Dios está en ti. El poder de Dios está en ti. Suelta la palabra que Dios te ha dado. Alabado sea Dios. Dios te ha dado un sentir. Dios te ha tocado. Dios te ha dado una nueva renovación en el nombre de Jesús, en el nombre de Jesús. Dios Padre, cuida y sigue usándolo, Dios Padre, no solamente en palabra, sino en todo, Dios Padre, en todo, en todo tu mano poderosa continua con él, Jesús. Gracias Dios. ¡Aleluya! Te doy gracias Dios en el nombre de Jesús.

Otras publicaciones relacionadas con "El poder de la resurrección":

Dr. Roberto Miranda
Convocad Asamblea
El autor habla sobre la importancia de buscar la llenura del Espíritu Santo en la iglesia en estos tiempos críticos de la humanidad y destaca la necesidad de arrepentimiento y entrega total a Dios para poder experimentar un avivamiento.


Dr. Roberto Miranda
Profetizar sobre los huesos secos
El pastor habla sobre el avivamiento que Dios está trayendo a la iglesia y a Israel y cómo podemos profetizar sobre los huesos secos y pedir al Espíritu Santo que sople vida sobre ellos.


Dr. Roberto Miranda
Hay que comenzar a fluir en lo que Dios te da
En este sermón, el pastor habla sobre la importancia de estar en comunión íntima con el espíritu infinito de Dios para tener éxito en el ministerio de la iglesia y la adoración, la necesidad de fluir en el mover del Espíritu Santo y tener discernimiento, los dos modelos de funcionamiento de la iglesia en la Biblia, el valor simbólico del nombre de su iglesia, Congregación León de Judá y la importancia de prepararse y santificarse antes de hacer guerra espiritual.


Dr. Roberto Miranda
Hacer suya la unción
En estos sermones, el pastor enfatiza la importancia de buscar continuamente la llenura del Espíritu Santo para ser personas efectivas y productivas en las cosas del Señor, y cómo la construcción del templo y la tarea de llevar el Evangelio a todas las naciones dependen del poder de Dios.


Dr. Roberto Miranda
Poder para evangelizar
En este sermón, el pastor habla sobre cómo la iglesia puede adquirir influencia y poder cuando está llena del Espíritu Santo y vive según los valores del Evangelio. También se habla sobre la importancia de estar abiertos a las citas divinas y de compartir la fe con los demás.


Dr. Roberto Miranda
Queremos a Cristo levantar, ver su bandera en la ciudad
El pastor habla sobre la importancia de una iglesia avivada y valiente que reconquiste la tierra para Dios y busca más del Espíritu Santo para lograrlo.


Dr. Roberto Miranda
¡Aprieta el gatillo, Señor, libera el potencial de mi vida!
El pastor Roberto Miranda habla sobre cómo encender el potencial de la vida a través de la energía transformadora del Espíritu Santo en la iglesia y cómo liberar el control para permitir que el Espíritu Santo se mueva libremente en nuestras vidas y en la iglesia.


Dr. Roberto Miranda
Una iglesia de carne y hueso
En este sermón, el Dr. Roberto Miranda habla sobre la importancia de la Iglesia de ser una comunidad que celebra el cuerpo resucitado de Jesús y de estar en sintonía con la humanidad y la realidad concreta.


Dr. Roberto Miranda
Tienes poder - usalo!
En este sermón, el pastor habla sobre la importancia de anunciar al Cristo resucitado y vivir una vida victoriosa en todas las áreas de nuestras vidas, y cómo Dios puede transformar nuestros matrimonios y nuestros hijos si nos sometemos a su palabra y buscamos su poder.


Dr. Roberto Miranda
Adaptar una perspectiva sobrenatural (2 Reyes 6:24 - 7:20)
En este artículo, el pastor habla sobre la importancia de adoptar una perspectiva sobrenatural en la iglesia y nuestras vidas, basado en el pasaje de 2 Reyes 6 y 7. El autor invita a los creyentes a orar por sanidad, evangelizar, dar con fe y adoptar una mentalidad desesperada y violenta como la de los leprosos para tomar acción.


Dr. Roberto Miranda
El don de sanidad (Parte 2)
El pastor habla sobre la importancia de la sanidad en la vida de los creyentes y cómo Dios es el Dios de la sanidad en todas las áreas de la vida. En este sermón, el pastor habla sobre la importancia de creer en el poder sanador de Dios y la necesidad de activar los dones de sanidad en la iglesia.


Dr. Roberto Miranda
El Dios poderoso y su pueblo
El autor habla sobre la perspectiva histórica de la Iglesia en tiempos difíciles y cómo la Iglesia siempre ha superado estos desafíos y ha regresado con más fuerza que nunca. También habla sobre cómo a veces la Iglesia necesita ser podada para crecer y que el enemigo más grande de la Iglesia es su propia prosperidad.


Andrés Cisterna
Te paras por los cojos cuando vas a la iglesia?
El autor llama a la iglesia a estar disponible para el uso que el Señor quiere hacer a través del Espíritu Santo y enfatiza la importancia de estar atentos a las necesidades de la gente. La iglesia debe reflejar el carácter y la imagen de Dios y ser un lugar donde la gente pueda encontrar sanidad, transformación y libertad.


Gregory Bishop
Transformando vidas, transformando la ciudad (Isaías 61:1-4)
En este sermón, el pastor habla sobre la transformación espiritual que Dios puede hacer en la vida de una persona y cómo esto puede tener un impacto en la ciudad en la que viven.


Dr. Roberto Miranda
Jala el gatillo, Señor, desata el potencial de mi vida!
En este sermón, el pastor Miranda habla sobre la importancia de aprender a moverse en el poder del Espíritu Santo y de dejar el control y el programa en manos de Dios, y cómo esto puede desatar el potencial de nuestra vida.


Dr. Roberto Miranda
Que hace el Espíritu Santo (parte 2)?
En este sermón, el pastor habla sobre la importancia de tener la llenura del Espíritu Santo en la vida de un cristiano y cómo puede cambiar la vida de una persona.


Dr. Roberto Miranda
Todo creyente tiene acceso al poder del Espíritu
En este artículo, el pastor habla sobre la importancia del bautismo del Espíritu Santo y cómo puede ayudar a los creyentes a cumplir las tareas que Dios les ha asignado. También hace hincapié en la importancia de buscar la llenura del Espíritu Santo cada día para poder enfrentar los desafíos de la vida y ser un buen mayordomo de lo que Dios nos ha dado.


Dr. Roberto Miranda
San Marcos 16: 1-8
En este sermón, el pastor habla sobre el poder de la resurrección de Jesucristo y lo que significa para nosotros en nuestras vidas diarias como creyentes.


Dr. Roberto Miranda
Las resurrecciones cuestan
En este artículo, el Dr. Roberto Miranda habla sobre la importancia de considerar el precio del poder divino y la necesidad de sacrificio y entrega continua para vivir una vida cristiana auténtica. Destaca la importancia de despojarse de los impedimentos y someterse a la disciplina divina para conocer el poder de la resurrección de Cristo. Hace un llamado a entregarse a Cristo y recibir al Espíritu Santo.